Cada 4 de marzo se conmemora el Día Mundial contra la Obesidad, una fecha dedicada a concientizar a las personas sobre los riesgos asociados a una dieta rica en grasas y azúcares, instando a adoptar hábitos alimentarios saludables.
La Federación Mundial de la Obesidad convoca el Día Mundial de la Obesidad, en colaboración con sus miembros a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel global.
En 2016, se estimó que alrededor de 41 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso u obesidad. Aunque antes se consideraba un problema en países de ingresos altos, ahora ambos trastornos se incrementan en naciones de ingresos bajos y medianos, especialmente en entornos urbanos.
La prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños y adolescentes (de 5 a 19 años) ha aumentado significativamente, pasando del 4% en 1975 al 18% en 2016, afectando por igual a ambos sexos. Mientras que en 1975 había menos del 1% de jóvenes con obesidad, en 2016 eran 124 millones, representando un 6% de las niñas y un 8% de los niños.
A nivel global, el sobrepeso y la obesidad están vinculados a un mayor número de muertes en comparación con la insuficiencia ponderal, siendo más prevalentes en todas las regiones, excepto en algunas áreas de África subsahariana y Asia.
Las causas fundamentales de estos problemas de salud incluyen un desequilibrio energético entre la ingesta y el gasto calórico, caracterizado por un aumento en alimentos ricos en calorías y una disminución en la actividad física, debido a estilos de vida cada vez más sedentarios.
El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo significativos para enfermedades no transmisibles como enfermedades cardiovasculares, diabetes, trastornos del aparato locomotor y ciertos tipos de cáncer.
En muchos países de ingresos bajos y medianos, se enfrentan a una «doble carga» de morbilidad, ya que luchan tanto contra enfermedades infecciosas como contra los crecientes factores de riesgo de enfermedades no transmisibles, como la obesidad.
Para abordar estos problemas, es esencial promover entornos y comunidades que favorezcan elecciones saludables, tanto a nivel individual como social. Las recomendaciones incluyen limitar la ingesta de grasas y azúcares, aumentar el consumo de alimentos saludables y realizar actividad física regularmente.
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La OMS aboga por políticas demográficas basadas en evidencia científica, involucrando a diferentes sectores como salud, agricultura, transporte y educación. También destaca la importancia de la industria alimentaria en la promoción de dietas saludables mediante la reducción de contenido de grasa, azúcar y sal en alimentos procesados, así como la promoción de opciones saludables y la limitación de la comercialización de alimentos poco saludables.
La respuesta de la OMS incluye la implementación de la Estrategia Mundial sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud, así como el Plan de acción mundial para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles 2013-2020, que busca cumplir con las metas globales para reducir la obesidad y las enfermedades relacionadas.