Foto: Oficina del Primer Ministro de Israel
Durante los últimos días de mayo de este año, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, presentó ante Israel una propuesta de acuerdo con Hamás para lograr la liberación de todos los rehenes así como un cese al fuego inmediato en Gaza, para salvaguardar a la población civil palestina.
Según informó la Casa Blanca el viernes 31 de mayo, Israel aceptó esta propuesta, tramitada también por Egipto y Catar, logrando que fuera enviada a su contraparte: Hamás. Este acuerdo, al parecer, no involucraría terminar con la amenaza terrorista en la Franja de Gaza. Pese a ello, Israel la aceptó, al considerar fuertes sus condiciones.
“Israel puede hacer esta oferta sin mayores riesgos para su propia seguridad porque Israel ha degradado mucho a las fuerzas de Hamas durante los últimos ocho meses”, explicó Biden, asegurando que no volvería a presentarse un 7 de octubre de nuevo.
Aunque el escenario parecía ceñirse en contra de Hamás, Biden instó a los dirigentes israelíes a respaldar este acuerdo. ¿Qué pasó? Hamás aceptó. Inmediatamente, Israel aseguró que sus prioridades eran recuperar a los rehenes y eliminar a Hamás, no un cese al fuego.
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Así, Israel lanzó una contrapropuesta nueva “sin presiones”, según expresó Netanyahu. En ella enfatiza que la liberación de los rehenes tiene la misma prioridad que la eliminación de Hamás, y que una cosa no puede darse sin la otra. Ahora es Estados Unidos quien delega la responsabilidad de llegar a un acuerdo a Hamás, cuando Israel rechazó uno que ya había aprobado.
Mientras tanto, en las calles de Israel, las familias de los rehenes protestan en contra del Gobierno por la demora en el rescate de los más de cien rehenes que aún continúan bajo el poder de Hamás.