Durante seis horas estuvieron amotinados casi 200 jóvenes en un centro de detención de menores en Piedecuesta, Santander, en señal de protesta. La situación llevó a que se conformara un Punto de Mando Unificado (PMU) liderado por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar junto con las autoridades locales.

Desde las tres de la tarde del jueves 20 de abril los jóvenes invadieron las instalaciones de la cocina del centro, armándose con objetos cortopunzantes y contundentes. Tomaron una motosierra del cuarto de herramienta y amenazaron con reventar cilindros de gas, fue la información entregada por el alcalde del municipio.

Una vez armados, prendieron fuego varios colchones, lo que generó un incendio de grandes proporciones que se vio por toda la ciudad. Huyendo del fuego, se treparon unos tantos a los tejados del centro, desde donde trataron de convencerlos las autoridades locales para que se detuvieran. La situación no dio frutos y tuvo que intervenir el ESMAD con un trato diferencial hacia los menores.

No fue sino hasta las nueve de la noche que la situación cesó, los familiares de los menores les entregaron alimentos y se logró el control de la situación. Se reportaron diez jóvenes con heridas menores y uno trasladado a un centro hospitalario. Afortunadamente, el cuerpo de bomberos de la ciudad logró acabar con las llamas minutos después de reportarse el incendio, lo que evitó una tragedia mayor.

¿Qué ocasionó eso? Al parecer, el trato que los jóvenes venían recibiendo en el centro durante los últimos años vulneraba derechos básicos como una alimentación digna. El personero de Piedecuesta informó algunas de estas quejas, entre las cuales destacan maltrato y violencia física por parte de los orientadores y alimentación inadecuada.