La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió el «COVID persistente» a finales de 2021 como una condición que afecta a personas que han superado el virus, presentando síntomas que duran meses y no pueden explicarse por otro diagnóstico.
Los síntomas del COVID persistente son diversos y afectan a diferentes partes del cuerpo, uno de los más comunes es la fatiga y debilidad que suele ser por daños en el sistema circulatorio, causando una disminución del flujo de oxígeno a los músculos.
El daño cognitivo también es frecuente, con dificultades en la atención, pérdida de memoria y «niebla mental». Además, el virus puede dejar rastros en tejidos como intestinos y ganglios linfáticos, generando inflamación y síntomas gastrointestinales.
El coronavirus y sus secuelas son una preocupación seria, mientras que muchas personas se recuperan sin mayores problemas, otras experimentan síntomas persistentes durante meses, e incluso, no se descarta que sean de por vida, por lo tanto, es esencial no subestimar la enfermedad ni su impacto a largo plazo.
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